Si estás familiarizado con la ANSIEDAD, comienza a cerrarle la puerta.
Sentir pánico o poner en alerta cada una de nuestras células por un peligro real, es parte de nuestra impronta genética para sobrevivir. Pero cuando el miedo se convierte en algo constante, atroz y sin control, y no tenemos a un enemigo real con el que nos sintamos amenazados, entonces podemos decir que en nuestro cuerpo se ha instalado la temida ANSIEDAD, y el peligro no viene de afuera somos nosotros los que lo hemos creado.
La ansiedad se queda en el interior como un parásito a quién nadie le ha dado la bienvenida y se muestra en todo su esplendor en cualquier momento sin previo aviso. La persona afectada comienza a sentirse en alerta, con los ojos inquietos, se ahoga, comienza a sudar, convulsiona, el terror a la “nada” aparente, desesperación, llanto desmesurado. Una crisis de ansiedad es un portal a la peor angustia vivida durante unos largos minutos. Las personas que la padecen intentan tener una vida ordenada, con ciertas normas, alejada de las multitudes y tratando de averiguar en su soledad “elegida” por qué le ha tocado vivir con ese espectro. Pero para salir de la ansiedad se necesita siempre ayuda.
Tratamientos trastornos de ansiedad
Por un lado, es necesario el apoyo de los familiares, que sepan y entiendan que la ansiedad no son episodios aislados que se producen como respuesta a una situación concreta, sino que es la suma de experiencias de distinta índole que inciden en el cerebro, el cual reacciona ante un estímulo que le recuerde a situaciones desagradables y este para defenderse pone en marcha su particular defensa.
Por otro lado, es importantísimo contar con la ayuda de especialistas de la salud mental, psiquiatra y psicólogo que puedan ayudar al paciente a “luchar” contra la ansiedad y no a convivir con ella.
El estado normal de nuestro cuerpo es el equilibrio, estar en el momento presente y aprender a resolver con tranquilidad cada estímulo negativo que intente alterar nuestra paz.